Monday, May 15, 2006

Bolivia, un país de contrastes (abril – mayo 2006)

Si bien el contraste de Bolivia con Chile y Argentina, nuestros anteriores destinos en Sudamérica, es abismal, tardamos un poco en darnos cuenta de que ya no estábamos en uno de los países más ricos de Sudamérica sino en unos de los más pobres. La razón de este desliz se pudo deber a que nuestro primer contacto con Bolivia fue la ciudad de La Paz, donde la pobreza se difumina entre los turistas, las agencias de viajes y los grandes edificios que habitan el centro ésta.
En 6 semanas en Bolivia hemos disfrutado de 3 paisajes muy diferentes: altiplano, pampas, y cordillera, y experimentado cómo se vive en cada uno de ellos. El principal elemento diferenciador entre estos paisajes es la altura, la cual no sólo potencia el desarrollo de diversos ecosistemas sino que también influye en la gente, su forma de vida, sus costumbres y sus creencias. Las condiciones climáticas a 4,000 metros de altura son muy severas (aire frío y seco) y la vida en el altiplano se hace muy dura. Aún así, un elevado porcentaje de la población boliviana se concentra en esta región. La principal actividad económica es la ganadería (cría de llamas y vicuñas), la agricultura (cultivo de maíz, patata y quinua) y la minería y las pequeñas comunidades son en su mayoría autosuficientes. En las laderas de las montañas abundan las terrazas pre-colombinas todavía en uso (!) y en las planicies pequeños minifundios familiares. Las gentes que habitan estas tierras son su gran mayoría indígenas y conservan muchas de las costumbres y rasgos culturales de sus antepasados.

A partir de los 2,500 metros y hasta alcanzar el nivel del mar las cosas van cambiando, la vegetación es cada vez más verde, el clima menos extremo y los rasgos indígenas menos marcados en la población. Si bien la agricultura y ganadería siguen jugando un papel importante en la economía del país el sistema de explotación de la tierra no es el minifundio sino el latifundio lo cual conlleva a la concentración de capital en manos de muy pocos.

Hemos observado como debido al alto grado de mestizaje en las zonas bajas, la comunicación entre el "gringo" y el boliviano resulta bastante fácil. El contacto con la población indígena resulta por el contrario, más complicado, dado que ésta es muy conservadora y en determinados casos no presenta gran simpatía por "el hombre blanco".
Esto es sólo un resumen de los muchos lugares y sensaciones que hemos experimentado en Bolivia. Desafortunadamente no hemos podido visitar todos los rincones del país y a pesar de un pequeño percance al comienzo del viaje, nos vamos con muy buen sabor de boca y con ganas de volver.

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